Según los últimos datos de las Naciones Unidas, casi un tercio de la población mundial no tiene acceso a una alimentación de calidad y en cantidad suficiente para satisfacer las necesidades fundamentales. Esta situación, denominada inseguridad alimentaria, afecta cada vez a más familias. Unos 800 millones de personas en el mundo padecen hambre. Paradójicamente, la mayor parte de ellas son pequeños campesinos.
¿Cómo garantizar el derecho a la alimentación y preservar al mismo tiempo el medio ambiente? El modelo agroindustrial muestra sus límites frente a estos desafíos. Numerosos estudios científicos y nuestra experiencia sobre el terreno demuestran el potencial que representa la transición agroecológica para garantizar el derecho a la alimentación y una vida digna para los agricultores al mismo tiempo que se respeta el medio ambiente.
Para apoyar esta transición, trabajamos a largo plazo con familias, grupos de agricultores y consumidores en África Occidental, África Oriental y América Latina. Para lograr un impacto duradero, combinamos tres ejes de trabajos complementarios:
- Apoyamos a las familias de pequeños productores para que puedan mejorar, aumentar y diversificar su producción, garantizando así que tengan suficiente para comer durante todo el año.
- Acompañamos a las familias y organizaciones campesinas para que mejoren su capacidad de almacenar, de procesar y de comercializar su producción. Estas familias pueden así mejorar sus condiciones de vida, escolarizar a sus hijos e hijas, pagar la atención sanitaria, invertir de nuevo en la chacra, …
- Movilizamos a las autoridades y sensibilizamos a los consumidores para que participen en la transición agroecológica de su región.
Para lograr estos objetivos, trabajamos con organizaciones locales competentes que conocen a fondo el contexto y comparten nuestra visión.
¿Y en Bélgica?
En Europa también, nuestro sistema alimentario se enfrenta a sus límites. El número de explotaciones agrícolas disminuye cada año, provocando un fenómeno de concentración de tierras y medios de producción. Los productores se exponen a sequías e inundaciones cada vez más frecuentes. La calidad de los suelos y la biodiversidad se están deteriorando como consecuencia de los impactos de nuestros hábitos alimentarios sobre nuestro medio ambiente. Además, una parte importante de la población no tiene acceso a una dieta sana y equilibrada.
Así en Bélgica actuamos en varios niveles: informar, sensibilizar, movilizar e interpelar a los individuos y a los políticos, para una ciudadanía mundial y solidaria, y, por ende, para sistemas alimentarios sostenibles. Buscamos soluciones sistémicas para responder a los retos globales, luchar contra el aislamiento y el fatalismo, y cultivar la solidaridad internacional.