La agricultura familiar es la forma de agricultura más extendida en el mundo. Lejos de ser retrógrada, se adapta y responde a las evoluciones del medio ambiente. El barómetro que le dedican Iles de Paix, SOS-Faim y Autre Terre analiza los retos actuales que la modelan y la transforman.
La desnutrición afecta a 821 millones de personas en una población mundial de 7.6 mil millones. Más de 2 mil millones de personas sufren carencias alimentarias. Al menos 2 mil millones de personas tienen sobrepeso, de las cuales 650 millones padecen obesidad. Aunque la agricultura familiar fue durante un tiempo considerada como la causa de todos los problemas de desarrollo, se percibe cada vez más como el medio de salir de la pobreza. Ya es hora de salir del estancamiento…
La inmensa mayoría de las granjas familiares se reparten en superficies inferiores a 2 ha, es decir el equivalente a 2 campos de fútbol. Representa 470 millones de familias y concierne entre 12 y 24% de las tierras cultivadas actualmente. Esta pequeña parte de las tierras cultivadas de nuestro planeta produce sin embargo más de un tercio de la producción alimentaria mundial. En otras palabras, “la agricultura familiar a pequeña escala produce una parte mayor de los alimentos del mundo que la parte de tierra que se le asigna”.


¿PRODUCIR MÁS?
Las políticas agrícolas quedan atrapadas en lógicas que no responden a todos los desafíos: aumentar la producción alimentaria para responder a la explosión demográfica. Sin embargo, la inseguridad alimentaria se debe mucho más a un problema de pobreza que de disponibilidad de los alimentos. “Es un problema de acceso a los productos, de distribución y de derecho, un problema de voluntad política”. Además, si se observa el uso de las calorías alimentaria ¡podemos ver que menos de la mitad de las calorías producidas por los cultivos del mundo acaban en el estómago de los seres humanos! ¿Es el aumento de la producción la única dimensión a tomar en cuenta?

PRODUCIR MEJOR
Las negociaciones internacionales sobre el clima están empezando a interesarse al sector de la agricultura. Es una verdadera oportunidad, pero no hay que olvidar el imperativo de la seguridad alimentaria. Las consecuencias medioambientales de las actividades agrícolas van más allá de la cuestión climática (pérdida de biodiversidad, cambio de uso del suelo, etc.) y este sector es responsable del impacto más importante del ser humano en su entorno. En este contexto, “el desarrollo sostenible no será posible sin una profunda transformación de los sistemas alimentarios”.
PRODUCIR DE OTRA MANERA
En este sombrío contexto, parece surgir una solución seria: la agroecología. La defienden muchos movimientos sociales, científicos e incluso la organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura. ¿Qué políticas públicas apoyan hoy en día la transición agroecológica? Panorama de América Latina, África Occidental y en Francia en la página 17 de este barómetro.